Botox:
Una herramienta sutil para relajar las tensiones del rostro y reencontrarte con una versión más serena de ti misma.
La toxina botulínica —conocida comúnmente como Botox— no es solo un tratamiento estético; es una forma cuidadosa y no invasiva de suavizar las líneas de expresión que el tiempo y la vida van dejando en nuestro rostro. Es ideal para relajar las arrugas dinámicas, aquellas que aparecen por gestos cotidianos como sonreír, fruncir el ceño o levantar las cejas.
¿Cómo actúa?
Al aplicarse en puntos estratégicos, la toxina botulínica bloquea de forma temporal la señal nerviosa que contrae ciertos músculos. Esto permite que la piel repose, se alise y recupere una expresión más tranquila, sin perder naturalidad. Los primeros resultados comienzan a verse a los pocos días y se consolidan durante la primera semana.
Beneficios:
- Resultados rápidos y visibles: el rostro se suaviza entre los 3 y 7 días posteriores.
- Prevención y armonía: al relajar el músculo, se evita que ciertas arrugas se profundicen con el tiempo.
- Procedimiento seguro y probado: realizado por manos expertas y con amplio respaldo científico.
- Sin pausa en tu rutina: tras la sesión puedes continuar con tu día normalmente.
Post-tratamiento
Es posible que aparezcan pequeños hematomas, enrojecimiento o una leve hinchazón, todos efectos normales y pasajeros. Para favorecer los resultados:
- Evita acostarte o hacer ejercicio intenso en las primeras 4 horas.
- No apliques maquillaje el mismo día.
- No presiones las zonas tratadas.
- Evita saunas y piscinas por 48 horas.
Una intervención pequeña, un gran cambio en cómo te sientes contigo misma.
Si buscas un rostro más descansado, natural y armónico, este tratamiento puede ayudarte a reconectar con tu expresión más auténtica.